El mundo siempre se estremece cuando despertamos con noticias en las que la irracionalidad humana tiene como resultado la muerte de inocentes.


Apenas me he parado a leer los detalles del escabroso acontecimiento de Virginia; a 4 días del octavo aniversario de los asesinatos en Columbine, poco me importan ni el móvil, si lo hubo, el rostro del estudiante que apretó el gatillo, ni cada uno de los movimientos que hubo antes y después.

En realidad, lo único que me importa es esto que he leído:

"...en los años 90, un grupo de psicólogos elaboró una clasificación de los asesinos que nos puede ayudar a entender estos casos. Analizando a un grupo numeroso de presos homicidas internos en una prisión yugoslava, decidieron que existían cuatro tipos de perfiles. Un pequeño grupo había llegado al asesinato desde un perfil psicótico: sufrían alucinaciones, delusiones, síntomas de enajenación y el asesinato formaba parte de su delirio. Un segundo grupo, más numeroso, eran personas paranoicas y agresivas, intolerantes ante la frustración y altamente introvertidas. En el tercer grupo estaban los psicópatas.
Pero había un cuarto grupo. Era el más numeroso. Según todas las pruebas, eran individuos que tenían un perfil de personalidad normal. Eso sí: estaban muy frustrados, habían convertido ese sentimiento en violencia…y tenían un arma a mano".


Éstas son las tres preguntas que se hace Linda Wolfe:

"¿Alguien cree que somos absolutamente racionales y que jamás nos dejamos llevar por nuestros impulsos?

¿Alguien piensa que todos nuestros impulsos son positivos?


¿Tiene entonces sentido que la sociedad ponga tan cerca de las personas armas que, en un determinado momento, pueden convertir los arrebatos de rabia en asesinatos?"



Por favor, si alguien más sabe la respuesta, se la haga llegar al presidente de la Asociación Nacional de Rifle (NRA) o al de la Gun Owners of America.

Siguen considerando que "es extremadamente peligroso decir a los ciudadanos que no deben llevar armas en las escuelas"...