...ni los ríos ni la mar...makidada...

Hace 27 años mi vida se llenó de Irene;
Cambió mi vida y descubrí que el aroma de las almendras dulces se escondía entre tus manos, que tus pupilas, si miraban fijamente, inundaban el cuerpo más allá del corazón; comprobé que de tu piel nacían caracolas y los cuentos de las ranas en los charcos; que mi voz y mis sueños sabían mejor cuando los compartía contigo.
Nuestro castillo tuvo forma de litera; nuestro dragón escupía ladridos y pintaba las paredes con su cola en forma de Brocha; nuestra historia se reinventaba a diario, de la mano, de camino al colegio.
Después, algo ocurrió en nuestra partícula del mundo.
Hoy,las menudencias cotidianas se tornan gigantescos promontorios, reconquistamos territorios comunes, espacios mágicos que perdimos en el batallar de otras guerras, habitamos en la verdad del único paisaje posible, celebramos la ternura evidente, construimos desde el sincero fluir del tiempo que lame con lealtad los restos del silencio.
Estábamos, estamos y estaremos juntas;
sin excusas, de a pedazos,
de a ratos,
con párpados o sueños.
Y te tomaré de la mano,
como primario gesto que
logra enhebrar
una estación con otra.
Todo lo que soy, en mi vida, te nombra.